Campaña «Cuidando Nuestros Océanos» en el Inst. Politécnico Ntra. Sra. de las Mercedes

La Fundación Blue Water Society visitó al Instituto Politécnico Ntra. Señora de las Mercedes para llevar la campaña nacional de concientización “CUIDANDO NUESTROS OCÉANOS”

En esta oportunidad Dan Morgan Portillo, Presidente de Blue Water Society habló con 200 jóvenes sobre el estado de los océanos y en especial la contaminación de los recursos costeros en Republica Dominicana. Luego de apreciar el estado actual de los océanos, las jóvenes han planteado soluciones que están al alcance de todos y que demuestra que cuidar los océanos es sólo una cuestión de buena voluntad.

El encuentro resultó muy emotivo y las alumnas han decidido poner manos a la obra en un cambio de actitud contundente que ayudará seguramente a que los océanos esten un poco menos contaminados. Queda la promesa de todos para ir a una futura limpieza de playa en un futuro próximo.

 


Why is it important for your health to know where the tuna you ate was caught

Researchers at the Scripps Institute of Oceanography at the University of California, San Diego measured the amount of persistent organic pollutants in 117 yellowfin tuna or light tunas, one of the most consumed globally, caught in 12 different places in the world. Some species of tuna may have up to 36 times more toxic substances than another.
These pollutants are toxic chemical compounds not generally occurring in nature, such as pesticides, flame retardants and polychlorinated biphenyls or PCBs, considered by the United Nations Environment Program (UNEP) as one of the twelve most harmful pollutants manufactured By the human being.

Scientists found a higher presence of these toxic substances in tuna from more industrialized areas, such as the coasts of North America and Europe.
According to the study, 90 percent of clear tunas caught in the Northeast Atlantic and more than 60 percent of fish in the Gulf of Mexico contained levels of contamination that would have triggered warnings from health authorities for certain segments of the population, Such as pregnant and lactating women, among others.

In contrast, those coming from the western Pacific Ocean had lower levels of toxicity, according to the results of the study, which was published in July in the journal Environmental Health Perspectives.
One of the main issues arising from this study, according to lead researcher Sascha Nicklisch, is related to «the possible dangers associated with the presence of these chemicals in our food sources.»
The scientist said that all the fish analyzed had a certain level of contaminants, although in most cases that level was within what is considered safe.

But for some of the contaminants detected there was no regulatory information in the United States to be able to make estimates of consumption recommendations.
It is not known in detail what impact it can have on health, as it depends on the amount of exposure to toxic substances.
The tuna analyzed in the University of California study, Thunnus albacares or light tuna, is the second most caught after the Katsuwonus pelamis or skipjack.


These yellowfin tuna are found in the waters of tropical and subtropical seas around the world, but unlike their bluefin relatives, they tend to spend a lifetime in the same region.

That is why researchers were able to determine that their geographical location makes a difference in the content of toxic substances as well as the amount of mercury they have.
Its consumption is often canned or filleted, and is also used for sushi and served raw in sashimi in Japanese cuisine. It is also known by its Hawaiian name «there».

Origin, key

The study led by Sascha Nicklisch suggests that the fishery should be used by consumers as a tool to make decisions and reduce human exposure to these toxic substances.

However, information on the provenance of sea products is notoriously murky.
It is known that fatty tissues tend to have higher concentrations of contaminants, so fish such as salmon and tuna may be more vulnerable to contamination in water, including plastic.

The entry of toxic products into our food chain begins with plankton, which can assimilate contaminants such as PCBs or mercury from marine sediments. From there it goes to the seafood, to the small fishes and to the big ones, and in the end, the man.
In parallel there is a process called «bioamplification»: the larger fish have more mercury in their organism because they devoured many small fish that, in turn, absorbed the chemical that was in their prey.

Por qué tienes que conocer la procedencia de atún que comes.

Los investigadores del Instituto de Oceanografía Scripps de la Universidad de California en San Diego, midieron la cantidad de contaminantes orgánicos persistentes en 117 atunes de aleta amarilla o atunes claros, unos de los más consumidos a nivel global, pescados en 12 lugares distintos del mundo. Algunas especies de atún  pueden tener hasta 36 veces más sustancias toxicas que otro.

Estos contaminantes son compuestos químicos tóxicos que generalmente no ocurren en la naturaleza, como pesticidas, retardantes de llamas y bifenilos policlorados o PCB, considerados por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) como uno de los doce contaminantes más nocivos fabricados por el ser humano.

Los científicos encontraron una mayor presencia de esas sustancias tóxicas en atunes procedentes de las zonas más industrializadas, como las costas del norte de América y Europa.

Según el estudio, el 90% de los atunes claros capturados en el Noreste del Atlántico y más del 60% de los pescados en el Golfo de México contenían niveles de contaminación que habrían desencadenado advertencias de las autoridades de salud para ciertos segmentos de la población, como las mujeres embarazadas y lactantes, entre otras.

Por el contrario, los que provenían del Oeste del Océano Pacífico tenían niveles de toxicidad más bajos, de acuerdo a los resultados del estudio, que fue publicado en julio en la revista Environmental Health Perspectives.

Una de las principales cuestiones que se desprenden de este estudio, según su investigadora líder, Sascha Nicklisch, está relacionada con los «los posibles peligros asociados con la presencia de estos químicos en nuestras fuentes de alimentación».

La científica dijo que todos los pescados analizados tenían un cierto nivel de contaminantes, aunque en la mayoría de los casos ese nivel estaba dentro de lo que se considera seguro.

Pero para algunos de los contaminantes detectados no había información regulatoria alguna en Estados Unidos como para poder hacer cálculos sobre recomendaciones de consumo.

Se desconoce con detalle qué impacto puede tener para la salud, ya que depende de la cantidad de exposición a las sustancias tóxicas.

El atún analizado en el estudio de la Univerisdad de California, Thunnus albacares o atún claro, es el segundo más capturado después del Katsuwonus pelamis o skipjack.

Estos atunes de aleta amarilla se encuentran en las aguas de mares tropicales y subtropicales de todo el mundo, pero al contrario que sus parientes de aleta azul, tienden a pasarse toda la vida en la misma región.

Por eso los investigadores pudieron determinar que su ubicación geográfica marca una diferencia en el contenido de sustancias tóxicas, así como en la cantidad de mercurio que tienen.

Su consumo es frecuente enlatado o fileteado, y además se utiliza para sushi y se sirve crudo en sashimi en la cocina japonesa. También es conocido por su nombre hawaiano «ahí».

La procedencia, clave

El estudio liderado por Nicklisch sugiere que el lugar de pesca debería ser utilizado por los consumidores como una herramienta para tomar decisiones y reducir la exposición humana a estas sustancias tóxicas.

Sin embargo, la información sobre la procedencia de los productos de mar es notoriamente turbia.

Se sabe que los tejidos grasos tienden a tener mayores concentraciones de contaminantes, por eso los pescados como el salmón y el atún pueden ser más vulnerables ante la contaminación en el agua, incluido el plástico.

La entrada de los productos tóxicos en nuestra cadena alimenticia empieza con el plancton, que puede asimilar contaminantes como el PCB o el mercurio de los sedimentos marinos. De ahí pasa al marisco, a los pescados pequeños y a los más grandes, y al final, al hombre.

En paralelo se da un proceso llamado «bioamplificación«: los peces más grandes tienen más mercurio en su organismo porque devoraron a muchos peces pequeños que, a su vez, absorbieron el químico que estaba en sus presas.

Día Mundial de los Océanos

Blue Water Society Foundation le recuerda que el 8 de junio se celebra el Día Mundial de los Océanos.
La Asamblea General de la ONU lo proclamó en 2009, fecha desde la cual se celebra.

Su objetivo es reconocer la importancia de los océanos en la salud del planeta. Porque los océanos cubren aproximadamente un tercio de la superficie del planeta, y son el auténtico pulmón del planeta Tierra. Generan la mayor parte del oxígeno que respiramos, absorben gran cantidad de emisiones de carbono, regulan el clima y ofrecen nutrientes.

Y están sometidos a una presión humana insostenible: sobreexplotación pesquera, polución marina, destrucción del hábitat, especies invasivas, el cambio climático, acidificación de los mares.
Protejalos y preservelos.

Plásticos en todos lados.

Kerstin Langerberger es una fotógrafa alemana que ha pasado gran parte de su vida en el Ártico, ella es ganadora del prestigioso premio GDT European Nature Photographer y conocida por ser la autora de la foto del oso polar hambriento que ha dado la vuelta al mundo, denunciando el efecto del cambio climático en el Ártico. Ella es colaboradora de Blue Water Society y nos ha enviado  fotos sobre la contaminación de plásticos en el Ártico.

Cuando  uno piensa en el círculo polar Ártico, se imagina, un lugar prístino, muy frío, de hielos y nieves eternas e inmaculadamente blancas, con poca o ninguna contaminación. Cuando ese sitio está a sólo 1.000 km del polo norte cómo es el caso de Svalbard, un grupo de islas escasamente habitada esa idea se refuerza más.

La realidad es muy diferente y triste. En Svalbard llegan dos corrientes océanicas, la del Golfo y la corriente fría de Siberia y con ellas una cantidad impresionante de plástico que está matando la vida en el pequeño archipiélago aislado. La mayoria de estos plásticos es producida por la pesca industrial y desechos de uso cotidiano en ciudades.

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